Desde Mindful Eating España ya hemos alertado de que hacer dieta no funciona. La dieta es una forma de hacer la guerra a la alimentación que nos impide conectar con nuestra sabiduría interior e incluso consigue aniquilarla. La dieta nos enseña a no confiar en nuestros cuerpos ni en su sabiduría interior, además de hacernos temer nuestras necesidades. Si queremos pacificar nuestra relación con la comida tenemos mucho que desaprender para conectar con una nueva forma de relacionarnos con la comida.
Cuando venimos de una larga historia de restricciones es muy fácil que no nos convenza la idea de que se nos permite comer lo que queremos. Simplemente traer esta idea a nuestra mente puede hacer un pensamiento automático y crítico del tipo: «Pero si eso es exactamente lo que me trajo aquí para empezar». Sin embargo, sabemos que la restricción y la privación no funciona bien. Tratamos de convencernos a nosotros mismos que la dieta funciona, que es nuestra incapacidad para seguir con la dieta el problema. Pero nada de eso es verdad. Las dietas no funcionan y muchas veces surgen los atracones como una reacción natural a la restricción.
¿No es hora de que intentemos algo nuevo?
Entonces, si te sientes intrigado por esta idea, pero al final dices «tengo miedo de darme permiso para comer lo que quiero», estas claves pueden ayudarte.
1. Cambia la forma en que hablas sobre los alimentos desafiantes.
Primero, deja de llamarlos «alimentos malos».
Los alimentos no son buenos ni malos, y ciertamente no son buenos ni malos en función de quien los come. La verdad es que no eres mejor persona si comes lechuga o peor persona si lo que haces es tomar un dulce. Quizás a veces es difícil escapar de los valores consumistas o moralistas de nuestra cultura si pensamos que hay determinados alimentos que asociamos a un valor moral o pecado como la gula.
A algunas personas les gusta usar el término «Alimentos reconfortantes» para describir estos alimentos, para que podamos asociarlos con sentimientos positivos. Pero si este lenguaje se acerca demasiado a la dicotomía de bueno o malo simplemente descríbelos como «otros alimentos», neutralizando el lenguaje en su totalidad.
Los dulces no son buenos ni malos. Sólo son … comida.
2. Practica la curiosidad.
Cuando te enfrentes o comiences a desear un alimento previamente prohibido, recuerda: «Puedo comer esta comida si quiero. Es mi decisión «.
Puedes preguntarte: «¿Realmente lo quiero?»
Esta pregunta es clave, no porque inherentemente te impida tomar ese alimento prohibido, sino porque estimula la curiosidad y te da la oportunidad de verificar tus necesidades y deseos.
Relacionarte con curiosidad qué podría estar impulsando el deseo. ¿Son emociones? ¿conveniencia? o un verdadero deseo por la comida? Preguntarte ¿Dónde noto en el cuerpo este deseo por comer este alimento? ¿Este alimento es adecuado para cuidarme si tengo en cuenta su calidad, el momento en que lo voy a comer y cómo me sentiré tras comerlo? Esto te da la oportunidad de tomar una decisión informada.
Es posible que puedas observar que haya una necesidad emocional y tal vez puedes plantearte qué es lo más adecuado en esta ocasión.
Si eliges comer, hazlo con conciencia. Si tu voz crítica intenta colarse y arruinar la experiencia, practica con atención consciente soltar los juicios. Aunque no es fácil si es posible. Traer compasión al momento presente es una buena estrategia .
3. Introduce los alimentos prohibidos nuevamente de una forma diferente.
Recuerda que hacer las paces con la comida es un viaje, no una carrera. Es decir, no es necesario que incorpores todos estos alimentos desafiantes a tu vida de una vez. ¡Esto puede ser abrumador! De hecho, para empezar, ni siquiera es necesario que los vuelvas a comprar para llenar tu despensa.
Primero, elige con qué alimentos quieres experimentar. Usemos un pastel de chocolate como ejemplo.
Cuando te encuentres deseando ese trozo de pastel, comienza dándote permiso para poder pedirlo un día que salgas a merendar. Y date este permiso para hacer esto tantas veces como desees. Si lo deseas tomar en casa puedes ir a comprar una porción cuando lo desees. Salir a comprar un pastel de chocolate crea un espacio entre la decisión y el comportamiento, y puede ayudar a que las decisiones alimentarias sean más intencionales y menos automáticas que, por ejemplo, caminar sin pensar a la despensa.
Cuando comas el pastel de chocolate, reduce la velocidad, conecta con tus sensaciones, donde notas el deseo en el cuerpo y pruébalo. Observa cuales son las hambres que se involucran en este proceso y saborea cada bocado explorando como se sienten de satisfechas las hambres y cuando tienes que parar.
A medida que te sientas más cómodo con esta práctica de salir y comer la comida deseada, y a medida que la comida se vuelve más común y verdaderamente permitida, es probable que se sienta más cómodo llevando este alimento a tu despensa, porque ya no tiene ningún valor moral; y ya sientes como si tuviera control sobre ti.
4. Planifica tu práctica con alimentos desafiantes.
En lugar de decidir impulsivamente cuándo va a tomar tus alimentos desafiante, planifica un par de días cada semana para practicar comer con mindfulness un alimento desafiante. Al principio, acotar la experiencia puede ayudar a aliviar la ansiedad sobre ciertos alimentos. Cuanto más practiques, más seguro estarás.
Recuerda que esto es práctica , lo que significa que a veces, la experiencia no necesariamente irá de acuerdo al plan. Puede ansidedad o culpabilidad. Si esto ocurre no pasa nada. Tómate tu tiempo y practica la autocompasión. Quizá es necesario ir más lento. Tal vez para ayudarte en este proceso puedes incluir en tu planificación incluir tus alimentos desafiantes dentro de una comida. De este modo al no practicar en una comida sólo con ese alimento, la ansiedad que pueda surgir puede ser más fácil de llevar y puedas prácticar de forma menos estresante la curiosidad.
5. Practica mindful eating.
Reduce la velocidad, sintoniza con lo que estas sintiendo; saborea cada bocado mientras comes. Conecta con tu cuerpo después de cada bocado y evalúa la experiencia: ¿Cómo sabe? ¿Cómo te sientes? ¿Esta comida cumple con mis expectativas?
Intenta encontrar el punto en el que te sientas satisfecho; cuando tu cuerpo se sienta satisfecho y el sabor se vuelva menos intenso para.
Parte del desafío con estos alimentos es el miedo que se ha creado como resultado de las experiencias pasadas. Creemos que una vez que empecemos a comer, no podremos parar. Y que el primer bocado va a desencadenar el deseo de otra porción y de otra.
Pero si consideramos cómo solemos comer estos alimentos, de forma rápida, distraída, llenos de culpa y vergüenza, lo hacemos de forma totalmente inconsciente. Si no somos capaces de observar el efecto que tiene comer en nuestra experiencia, cómo fue de gozoso, como nos satisfizo y cómo cambió nuestra experiencia; es fácil que no quedemos satisfechos y quedemos atrapados en un bucle de deseo irrefrenable. Continuamos comiendo porque no nos permitimos la oportunidad de experimentar la comida, saborearla o encontrar el punto de satisfacción. Sin embargo, cuando realmente podemos reducir la velocidad y degustar verdaderamente los alimentos mientras los comemos, podemos satisfacer el hambre de nuestras papilas gustativas sin tener recurrir a otro bocado porque no le dimos tiempo suficiente para degustar. Podemos prolongar el sabor y la experiencia de comer, con menos comida y más satisfacción.
Sorprendentemente, a medida que comienzas a practicar comer estos alimentos con atención, de forma más lenta puede ser que incluso puedes descubrir que no te gustan algunos de los alimentos que sientes que han sido problemáticos. Y también, que los que realmente te gustan, puedes gozarlos mucho más.
Pero, ¿qué pasa si como en exceso cuando estoy practicando?
Esto podría pasar. ¿Y sabes qué? Está bien, no pasa nada. Incluso los más comedidos, comen en ocasiones en exceso.
De hecho, los episodios de comer en exceso pueden ser maravillosas oportunidades de aprendizaje. Podemos reflexionar sin prejuicios sobre lo que nos llevó a comer en exceso, podemos usar esa información para ayudarnos a afinar nuestras experiencias alimentarias en el futuro. La clave es ser constructivos y compasivos con lo sucedido y no críticos. Las críticas feroces no suelen llevarnos a donde queremos ir.
Y recuerda… Se necesita tiempo, práctica y paciencia. El cambio no ocurrirá de la noche a la mañana. Para cambiar hábitos, como en la meditación, necesitamos práctica y paciencia.