Cuando estamos avanzando en un camino de transformación y estamos por construir nuevos hábitos, observamos cuánta energía inicial necesitamos para iniciar este nuevo camino. Es como si tuviésemos que tomar un desvío hacia una carretera nueva que se está construyendo.
Cuando tomamos el desvío para tomar ese nuevo camino recien asfaltado, el desvío puede tener algunos baches e irregularidades que requieren por nuestra parte mucha atención, energía y mantener firme la dirección. Pero una vez que nos encontramos en esta nueva carretera y empezamos a caminar, nos damos cuenta de que es una carretera mucho más suave sobre la que es más fácil conducir, con menos irregularidades y con menos baches.
Sin embargo ese viejo camino sigue allí; aunque ya no conduzcas por él. Es como esa vieja carretera con más curvas que a veces podemos ver desde la nueva carretera por la que circulamos. El paso del tiempo puede hacer que esa vieja carretera comience a agrietarse, a tener más baches e incluso es posible que comiencen a crecer malas hierbas entre la grietas.
Un día sin darte cuenta y accidentalmente viras sin darte cuenta y tomas ese viejo camino de nuevo. Mientras conduces, comienzas a notar que algo que ya no funciona igual. Es un camino desigual e incómodo, y te das cuenta de que has tomado equivocadamente esa vieja carretera.
En esta analogía la antigua carretera es como nuestros viejos hábitos, y nuestros viejos comportamientos. Estos viejos hábitos son nuestros viejos caminos neurales en el cerebro. Están profundamente arraigados porque estamos muy acostumbrados a hacer las cosas de esa manera, es sólo un comportamiento de «piloto automático». Cuando cambiamos un comportamiento, se necesita un poco de tiempo para construir ese nuevo camino (para desarrollar esa nueva vía neural en el cerebro).
Existen diferentes opiniones que indican que estos cambios de hábitos para que se produzcan debemos circular en estos nuevos hábitos entre 30 días y 8 semanas.
Una de las dificultades que podemos encontrarnos en este punto es dejarnos llevar por la autocrítica y pensar que hemos fracasado, que no podemos, que el cambio resulta imposible para nosotros. Esto nos puede llevar a abandonar. Es aquí donde la práctica de la meditación puede ayudarnos de alguna manera a trabajar con este tipo de pensamientos.
En la meditación, una de las actitudes que cultivamos y que estamos practicando es trabajar con las dificultades con amabilidad, sin jucio ni recriminación. Por ejemplo cuando nos distraemos con algún pensamiento y nos damos cuenta de ello, nuestra tendencia habitual puede ser tender a la autocrítica y la recriminación y es en este punto donde precisamente, como dice Vidyamala, podemos ver este momento como un momento mágico de atención consciente y de percatación. ¡Qué bueno que nos hemos dado cuenta de que nos hemos distraido!, y volvemos de nuevo a la práctica.
Desde esta perspectiva podemos entonces decir que «está bien si se toma la vieja carretera a veces». Podemos entender, como ocurre en la práctica meditativa, que cuando nos damos cuenta de que hemos tomado la vieja carretera esto se trata de un momento mágico. Podemosos percatarnos de qué ha sucedido para que tomemos ese viejo camino: algo que nos ha estresado, un problema de relación o cualquier otra cosa que nos lleva a ese camino viejo. Al circular por este viejo camino nos damos cuenta de que está lleno de baches y socavones, que es incómodo y que algo va mal. Este camino no es tan liso como la nueva carretera. En otras palabras, después de tener un nuevo comportamiento y acostumbrarnos a él, por lo general nos gusta cómo se siente. Cuando volvemos al viejo comportamiento que estábamos tratando de cambiar, ya no nos gusta tanto; nos resulta incómodo y nos damos cuenta de que no nos sentimos bien. Ese es, por tanto el momento mágico en que nos damos cuenta y podemos volver de nuevo a nuestros nuevos hábitos. Y en realidad, esto no es un fracaso, sino un éxito muy importante en el proceso de cambio.
En el pasado, ni siquiera notabamos que el viejo hábito no nos gustaba. Ahora en lugar de quedar atrapados en un pensamiento de «todo o nada» y verlo como un fracaso total, podemos reconocer que el cambio es un proceso, y que volver de vez en cuando a la vieja carretera es parte del mismo proceso.
Podemos percibir la belleza de que estamos cambiando y que estamos enraizando un nuevo comportamiento, siendo especialmente amables y autocompasivos con nosotros en los momentos de dificultad. Supone ver como este proceso de caminar por viejos hábitos forma parte del proceso de cambio.