Comer es algo que hacemos varias veces al día, y algo que muy fácilmente pasa desapercibido. Nos sentamos a comer y de repente nos damos cuenta de que la comida ha desaparecido en un plis plas sin saber qué ha sucedido. El gran problema es que no somos conscientes de que cuando tenemos hambre tenemos que satisfacerla, pero si no nos damos cuenta de cómo la satisfacemos, probablemente seguiremos teniendo hambre y esto nos lleve a comer más porque seguimos teniendo hambre al no ser conscientes de lo que hemos comido.
Podemos cambiar esta forma mecánica de comer estableciendo una práctica diaria de alimentación consciente o mindful eating.
He aquí algunos pasos que te pueden ayudar:
Comprometerte con la toma de consciencia. El primer paso que podemos dar es proponernos practicar la alimentación consciente. Mindful Eating requiere que pongamos atención al proceso de comer y eso requiere compromiso. Puede que pienses que el compromiso es algo difícil e incluso poco divertido. Si este es tu caso, quizá te puedas comprometer con la curiosidad y es posible que puedas descubrir que cada bocado es diferente, como cada manzana, cada bocadillo o cada amanecer. Tal vez se parecen, si, pero si prestas atención es posible que descubras que en realidad son muy diferentes.
Para iniciarte en un compromiso con la práctica sólo necesitas fijarte como meta saborear al menos un par de bocados al día, y luego a medida que la curiosidad te invada puedes ir aumentando la práctica al tomar un aperitivo o la merienda. Para que tu compromiso sea más efectivo sería bueno que pudieses disponer de tiempo para poder practicar.
Y ¿qué es lo que vamos a practicar? Pues en primer lugar ser consciente de cuánta hambre tienes. En nuestro programa de Mindful Eating utilizamos el hambrómetro. Con este hambrómetro pones un número de 0 a 10 para decir cuanta hambre tienes, donde 10 es la máxima puntuación. A continuación fijate dónde miras y notas en tu cuerpo que tienes hambre. Y después … saborea. Para ello hay que realizar un pequeño esfuerzo y no tragar enseguida el bocado y dejarlo en la boca para poder notar el sabor, dónde lo notas y como va cambiando según vas masticando y va cambiando la textura. Y finalmente cuando lo has tragado cómo te notas de satisfecho.
Elige para comenzar una alimento indiferente. Es útil comenzar una práctica de mindful eating con una pequeña cantidad de un tipo de alimento que no dispara tus ansias de comer. Por ejemplo, una elección de sencilla puede ser una naranja, una o dos uvas, o par de trozos de manzana. A medida que tu capacidad para degustar crezca y se haga más perspicaz quizá es momento de elegir esos alimentos que cuando comnzamos a comerlos no podemos parar o nos cuesta resistirnos a una porción más. Es en ese momento cuando puedes elegir unas almendras fritas, unas papas finas, o tal vez esas galletas irresistibles de chocolate.
Cultiva la atención plena. Para hace esto comienza sosteniendo el alimento en tu mano, notando su textura, su aspecto, su forma, su color, su olor… Es posible que tu mente diga, bah esto ya se lo que es. Pero en realidad puedes mirar con curiosidad ese alimento como si fuese la primera vez que lo tienes en tu mano. Mindful eating consiste en observar tus emociones y tus pensamientos. Cuando tienes este alimento en tu mano que tipo de emociones surgen. Tal vez recuerdas la primera vez que lo comiste. O ¿qué pensamientos surgen?Permitéte conectar con los pensamientos y emociones y tomar consciencia de ellos dejándolos surgir y desvanecerse. A partir de aquí introduce el alimento en tu boca.
Saborea. Algo muy habitual cuando comenzamos a practicar la alimentación consciente es que el sabor es algo que no es permanente. Cada vez que vamos masticando un bocado el sabor va cambiando al mismo tiempo que la textura. Tal vez te puedas detener a observar dónde notas los sabores y si varían los lugares donde lo notas y como lo notas a medida que vas masticando. Suele ser muy interesante observar el impulso de quere comer otro trozo cuando el sabor se desvanece. Tal vez en ese momento puedas observarlo y preguntarte dónde notas en tu cuerpo el deseo de comer y dar otro bocado.
Observa el deseo. Una vez que termine todo este proceso, y sólo entonces, puedes tomar el siguiente bocado, si lo deseas. Puedes antes de decidir dar el siguiente bocado, como está el hambrómetro. Aumentó o disminuyó tu sensación de hambre. Observa si ahora puedes cómo es el hambre en tu boca y en tu estómago. Respira en la sensación y permítete darte un momento para decidir.
Cómo está tu satisfacción. Después de cada bocado puedes preguntarte cómo está tu satisfacción. Cómo va variando en función de los bocados que das. Come plenamente y observa cómo va cambiando la satisfacción. Cuando somos conscientes de las sensaciones, emociones y pensamientos aumentamos nuestra capacidad de elección y ese es el momento en que tu puedes decidir si dar otro bocado o parar.
Con este ejercicio de curiosidad puedes ir progresando en tu práctica de alimentación consciente y poco a poco. Bocado a bocado puedes ir desarrollando más conciencia al alimentarte.
Dr. Silamani Guirao-Goris