Llegan las fiestas y con ellas muchas veces los excesos
Canciones, reuniones familiares y comidas; muchas comidas y mucha comida.
Con las fiestas también llegan las preocupaciones por el peso, que pueden sabotear la oportunidad de disfrutar estas fiestas.
La comida está en todas partes. Es imposible evitarla y en muchas ocasiones es imposible resistirse. Nos encontramos en continuos dilemas. Comer o no comer. Y la guerra con la comida es algo que puede suceder. Hay veces que preferimos rendirnos, olvidarnos dejar este tema para el nuevo año. El problema con esta última opción es que sin embargo no llegas realmente a disfrutar con la comida porque en el fondo hay una sensación de culpabilidad. Con cada trozo de turrón, esa pequeña voz nos recuerda que estamos haciendo algo que no debemos hacer. Y la culpa y la vergüenza puede amargarnos una experiencia que puede ser placentera. Precisamente esa culpabilidad silenciosa nos puede restar nuestra capacidad para disfrutar y esa puede ser una razón que a la larga nos haga comer más de lo que queremos
Con el bullicio de la temporada navideña nos encontramos comiendo a la carrera, y comiendo de forma distraída (vemos a muchas personas, con mucho de lo que ponernos al día, y con mucha comida delante que entra en nuestro cuerpo sin darnos cuenta).
Las fiestas navideñas son un claro ejemplo de hambre social y la pregunta que surge es:
¿Cómo disfrutar de las fiestas sin tener que preocuparse por comer en exceso?
Evita las prohibiciones y las reglas restrictivas y sustitúyelas por mindfulness y gratitud
Las fiestas son una oportunidad perfecta para dejar atrás las prohibiciones y las reglas alimentarias que te dicen qué deberías y que no deberías comer. Puedes comer lo que te apetezcan con atención consciente, con curiosidad, disminuyendo la velocidad, saboreando plenamente los alimentos. Es un momento perfecto para morar en el modo ser, es decir conectar con las sensaciones, sentimientos y lo que está sucediendo en el momento presente. Y podemos recordar ese proverbio zen que dice «si comes, come» y si hablas, habla. Puede ser un momento mágico para poder practicar comer con mindfulness, o escuchar y estar para la persona con quien compartimos la comida con plena atención, es decir escuchar con mindfulness. Vivir en el momento presente nos puede llevar sin duda a poder experimentar y practicar la gratitud.
Si comes, come. Si hablas, habla. Podemos comer con atención plena y podemos escuchar plenamente
Practicar mindfulness
La mente normalmente tiene dos modos en los que suele operar. Uno es el «modo hacer» en el que se encuentra planeando, juzgando, valorando; es decir la mente se encuentra en los pensamientos y prestando atención al pasado o al futuro. Por otra parte la mente puede operar experimentando el «modo ser» en la que siente, ve, huele, saborea, escucha y está en contacto con lo que sucede en el momento presente. Normalmente si la mente está operando en un modo, no se encuentra operando en el otro. De manera que si está en el modo ser, es decir en el ahora; no puede estar en el modo hacer, es decir, en el pasado o en el futuro.
Algunos consejos para practicar mindfulness …
1. Plantearse cultivar la intencionalidad
Es importante plantearnos tomar una decisión acerca de cuándo y qué comer con atención consciente en lugar de con el piloto automático. Esto significa elegir deliberadamente que vamos a comer con atención consciente. Esto supone decidir tomar ese plato delicioso valorando y saboreando cada bocado sin quedar atrapado en la conversación. Es una buena decisión comer con atención plena, escuchar con atención plena, pero sólo una cosa a la vez.
¿Cómo podemos cultivar más intencionalidad acerca de nuestras opciones de comida durante las fiestas?
Un punto importante inicial es tomar consciencia del hambre social y el peligro de desatención que conlleva preguntándonos cómo está nuestro nivel de desatención (es decir, en qué medida al encontrarnos con otros queremos poner esta situación como pretexto para no tomar decisiones conscientes). A continuación podemos practicar la pausa antes de elegir. Evaluar las opciones de comida que tenemos, cuál es nuestro nivel de hambre y cuánto deseamos comer. unas veces supondrá elegir una galleta y otras una crudité. Recordemos que el hambre visual se satisface con la belleza, el hambre bucal paladeando y saboreando y manteniendo más tiempo el bocado en la boca y que el hambre estomacal sólo entiende de volumen. Tratar de chequear cada poco tiempo como sientes de saciada cada tipo de hambre, recordando que el hambre emocional se satisface estando en contacto con las personas que estimas.
Recordemos que el hambre visual se satisface con la belleza, el hambre bucal paladeando y saboreando y manteniendo más tiempo el bocado en la boca y que el hambre estomacal sólo entiende de volumen.
2. Permanecer presente
Permanecer presente requiere estar con los demás, y prestándoles atención a lo que dicen con una escucha plena. Supone conectar con tu cuerpo cuando comes siendo plenamente conscientes de como alimentarnos es una forma de conectarnos con el trabajo de todos los seres que han hecho posible que los alimentos estén en nuestra mesa. Los momentos silenciosos pueden ser momentos mágicos para conectar con el ser sin tener que necesitar rellenar tan dichosos momentos.
Si permanecemos presentes en nuestras interacciones con los demás, se eliminará un excesivo enfoque a los alimentos y nos permitirá participar plenamente en una larga conversación con la familia y los amigos.
Mientras comes, ralentiza, cierra los ojos, deja que cada bocado toque el paladar y permítete sentir la comida en tu cuerpo.
En esta fiestas, con tanto que hacer es muy fácil que nos encontremos poniendo comida en nuestras bocas cuando nuestras mentes están realmente en otro lugar. Esto hace que sea realmente fácil desatender las señales de plenitud del cuerpo y comer mucho más allá del punto de comodidad sin darnos cuenta.
Cuando no estamos totalmente presentes al comer alimentos muy sabrosos es como si les enseñasemos a nuestras papilas gustativas manjares deliciosos que solo los ven pasar, dejándolas con el deseo de querer más y más. Si no prestamos atención nunca nos sentiremos verdaderamente satisfechos porque nunca saboreamos plenamente los alimentos y seguimos queriendo más y más.
Lo que no se ve no existe. Si no prestamos atención al saborear, es como si no comiésemos y no podremos satisfacer nuestra hambre.
3. Soltar los juicios
Si tomamos una comida deliciosa pero nos sentimos culpables nunca nos sentiremos satisfechos. Suelen ser varias las razones que justifican esto:
Al comer de este modo sentimos que estamos privándonos. Sentimos que no somos capaces o no nos permitimos comer de la misma manera que los demás comensales. Cuanto más nos resistimos, más lo deseamos. Y una vez que «cedemos» y comemos sin medida (porque casi siempre lo haremos en algún momento). Resistirnos al deseo es como intentar crear un muro que bloquea el río. El deseo sigue llegando al muro, y por muy alto que sea en algún momento lo rebasará o incluso arrastrará ese muro. Cuando decidimos tomar un bocado al que nos hemos resistido, apenas lo disfrutamos porque los sentimientos de culpa y vergüenza inundan, y a continuación surge el efecto «¿qué demonios?» y a continuación «total, ya lo he estropeado» lo que abre la espita a comer desenfrenadamente y «mañana, pasado o la semana que viene ya lo intentaré de nuevo».
En cambio, cuando podemos mirar esas bandejas de comida con una mirada más neutral, donde todos los alimentos son aceptables (y no son ni buenos ni malos), podemos decidir mejor lo que realmente queremos y cuánto necesitamos para sentirnos satisfechos, sin sentirnos tentados por la fruta prohibida (porque realmente no existe fruta prohibida).
4. Expresar gratitud
Un punto importante que podemos recordar es que los pensamientos no son los hechos. Los alimentos no son ni buenos ni malos, y que tener miedo a los alimentos puede ser muy dañino para nosotros.
Si tenemos miedos, en la tradición budista se dice que la mejora manera de afrontarlos es con amor incodicional. Una forma de cultivar el amor incodicional es a través de la gratitud. Así que podemos comenzar por expresar gratitud hacia todos los alimentos que se encuentran en nuestra mesa en estas fiestas. Tal vez podemos reemplazar esos pensamientos basados en el miedo con pensamientos de gratitud, como:
Gratitud por la comida su mesa y la gente que hizo esta comida posible.
Gratitud para los amigos y la familia.
Gratitud por tener tiempo libre para poder pasarlo con amigos y familiares.
Gratitud por la salud que tenemos.
Gratitud por estar donde estás, donde quiera que te encuentres.
Y la lista puede se puede hacer tan larga como lo desees
Al acercarse a estas comidas y estas fiestas con gratitud en lugar de miedo, esto nos hace enfocarnos en los aspectos positivos y apreciar estos alimentos por ser algo más que la suma de sus nutrientes. Es una oportunidad para reunirse, compartir una comida. Una forma de recordarnos todas las razones que tenemos para estar agradecidos al reunirnos.
Finalmente es importante señalar que comer en exceso es parte de la alimentación normal. Todo el mundo come en exceso de vez en cuando y no hay nada malo en ello. De hecho, estas experiencias en realidad nos sirven para ayudarnos a informarnos mejor y tomar decisiones futuras sobre qué y cuánto comer.
Y, comer en exceso es particularmente común en ocasiones especiales cuando tenemos acceso a una abundancia de alimentos que sólo están disponibles una vez al año. Incluso decidir que vale la pena sentirse un poco más lleno de estos alimentos – también es aceptable.
El problema es si un día que decidimos comer en exceso, es el preludio de otro día de comer en exceso y este el preludio para dar vía libre a la desatención y caer en una espiral continua de comer en exceso que puede durar días o semanas. Esto puede tener el efecto «qué demonios» y ahí es donde comenzaremos a tener problemas. Es precisamente para prevenir la desatención desempeña un papel fundamental la gratitud, el permiso, el cariño y el cuidado, y en definitiva mindfulness.
Así que ahora que se acercan las fiestas, date libertad y flexibilidad para experimentar y disfrutar plenamente de esta temporada navideña.
Estar plenamente presente en cada bocado, en cada conversación, y en cada momento.
Practicar la autocompasión y la aceptación, aunque te encuentres ocasionalmente demasiado lleno.
Y, poder dsifrutar de la comida con una perspectiva más amplia en la que no perdemos de vista todos esos aspectos que hacen las fiestas tan especiales.
Dr. Silamani Guirao-Goris