Quizás la lucha más común que escuchamos en nuestros talleres gratuitos de Mindful Eating es el comer emocional. Comer emocionalmente se ha convertido en el fantasma escondido en el armario que asalta a la mayoría de las personas que luchan con su peso. Hay varias razones para esto, pero todas se reducen a una gran razón: el estrés.
El poder de los disparadores del estrés crónico
El estrés no es ajeno a la mayoría de nosotros.
Y no es necesariamente algo malo. Sabemos que un poco de estrés puede ayudarnos a energizarnos y motivarnos a hacer las cosas. Es el denominado eustrés. Sin embargo, la función primordial del estrés es ser un sistema de alerta: el famoso síndrome de lucha o huida que le indica al cuerpo que produzca hormonas como la epinefrina, la norepinefrina y el cortisol para ayudarnos a concentrarnos y darnos energía cuando necesitamos evitar el peligro.
Los problemas surgen, sin embargo, cuando el estrés se vuelve crónico. Nos quedamos atrapados en la lucha,o incluso nos quedamos bloqueados, incapaces de gestionar con eficacia los peligros reales o percibidos que se nos presentan.
En estos días, se perciben muchos de los peligros, especialmente para las mujeres que luchan con el peso, incluyendo:
- Temor por lo que comemos, ya sean calorías o “toxinas” en los alimentos de lo que tanto escuchamos en los medios de comunicación.
- Miedo de no ser suficiente, de que necesitamos hacer más, ser mejores, ya sea como madre, esposa, profesional, amiga.
- Temor a no ser aceptados debido al tamaño de nuestro cuerpo, lo que puede ser un verdadero peligro por los efectos que tiene en nuestra calidad de vida, nuestra seguridad y nuestra autoestima.
Este último temor lleva a un factor de estrés muy común: hacer dieta o restringir lo que se come para perder peso.
Esto crea una relación restricción-voracidad hacia los alimentos que tiene consecuencias tanto físicas como psicológicas especialmenta con sensaciones de culpa y fracaso.
¿Qué tiene que ver el estrés con el peso?
Si estamos comiendo para controlar el estrés regularmente, es probable que comamos cuando no tengamos hambre física. Eso significa que estaremos tomando más comida de la que nuestro cuerpo necesita.
Por supuesto, eso puede llevar al aumento de peso. Pero hay otra forma en que el estrés afecta el peso.
Cuando estamos estresados, estamos en modo de supervivencia.
La respuesta evolutiva de nuestro cuerpo es mantener la energía (también conocida como calorías) para que podamos sobrevivir. Por ejemplo, en los días prehistóricos en los que huíamos de los tigres (u otros carnívoros igualmente mortales), necesitábamos energía para correr.
Se producen cambios hormonales que aumentan nuestro apetito y le dicen a nuestro cuerpo que almacene grasa. Estos cambios optimizan las posibilidades de supervivencia en una situación de vida o muerte. Nuestros cuerpos no necesariamente pueden determinar si se trata de una situación de vida o muerte, por lo que el estrés crónico hace que nuestros cuerpos reaccionen de la misma manera.
¿Cuál es el remedio? Ante los factores estresantes, necesitamos cambiar nuestra respuesta de afrontamiento.
La forma más eficiente de hacerlo es a través del trabajo con la respiración. Respira profundamente unas cuantas veces cuando te sientas estresado. Tal vez unos minutos después de una discusión, o en medio de un día estresante.
Una buena manera de desacelerar nuestra respuesta de estrés puede ser tomar un tiempo regularmente durante el día para respirar profundamente. Incluso si son cinco minutos al comienzo y al final de tu día. Una estrategia muy útil puede ser realizar la práctica de 3 Minutos Mindfulness 3MM
Cómo romper con el ciclo de comer emocional en exceso
Además de poder disminuir nuestro estrés cotidiano conectando con nuestra respiración otro de los aspectos que podemos practicar es la conciencia plena al comer o Mindful Eating.
Mindfulness está muy de moda hoy en día porque ofrece una manera real de cambiar nuestras actitudes, pensamientos y comportamientos.
Eso es porque empezamos a prestar atención a lo que está pasando en el momento, aquí y ahora. Nos permite dejar atrás el pasado, aportar más perspectiva a la situación actual y preocuparnos menos por el futuro.
Para muchas personas que luchan con el peso, la alimentación emocional se ha convertido en un hábito. Este hábito se ha grabado en sus cerebros a través de vías neuronales que se arraigam y profundizan cada vez más cuando comemos emocionalmente. Con el tiempo, como cualquier hábito, se convierte en nuestra reacción automática a ciertos factores estresantes.
En medio de un ajetreado día, cuando pasamos por delante del frasco de dulces en el escritorio de nuestro compañero de oficina, automáticamente, sin pensarlo, buscamos algo para endulzar nuestro día.
Entonces comienza un diálogo interior: no debería haber comido eso. No es bueno para mi. Nunca perderé peso de esta manera. Ya la he fastidiado. Total, como la he fastidiado voy a comer lo que me apetezca. Ya comenzaré mañana a comer más saludable.
La práctica de comer conscientemente puede cambiar esos hábitos y pensamientos automáticos.
En medio de un día agitado, cuando pasamos por delante del frasco de dulces en el escritorio de nuestro compañero de oficina, pensamos antes de tomar un pedazo de dulce. ¿Realmente lo quiero? ¿Realmente me va a ayudar, o me va a agregar más estrés al estrés? ¿Qué puedo hacer para agregar más dulzura a este momento?
Suena simple, y puede ser. Pero al igual que el hábito de comer emocionalmente, necesitamos desarrollar el hábito de comer conscientemente. Aquí te proponemos cómo hacerlo.