Nuestra voz crítica interna no para de hablar y puede ser muy cruel.
Todos conocemos esa voz crítica interior. Cuando algo no sale como esperábamos, esa voz dice «Mira eso, ya la cagaste otra vez». Cuando algo va bien, la voz crítico interno dice: «No importa, nunca lo repetirás» o «Sí, pero todos los demás pueden hacer el doble». Las variaciones son infinitas, pero todas comparten una cosa. Somos malos o no somos lo suficiente . Tengo una amiga que me dice que si alguien me tratase de la manera en que me hablo, de inmediato le pondría una querella criminal. Lo cierto es que podemos ser muy malvados con nuestra persona, incluso mucho más de lo que lo seríamos con otros. Somos malos con nosotros mismos de una manera que nunca seríamos para otra persona.
¿Nuestro crítico interno nos ayuda a mantenernos motivados?
Al mencionar la autocompasión es muy común que surja la pregunta: Es que si soy muy indulgente conmigo no voy a lograr avanzar. Esta voz me ayuda a mejorar. Sin embargo, me suele surgir como respuesta: «Interesante, ¿cómo te ha motivado ser duro contigo mismo en el pasado?» Para la mayoría de las personas, las críticas nos dejan avergonzados, atascados y deseando aislarnos. Estas cualidades son lo opuesto a sentirse motivado. Sin embargo, de alguna manera nos hemos convencido de que nuestra voz crítica y autocrítica desempeña un papel positivo en nuestras vidas.
Sabemos por experiencia que si queremos motivar a alguien que queremos con la crítica, no suele ser muy efectiva. Un crítica feroz nos retrae, nos coharta y genera culpa y hasta miedo por haber hecho algo con lo que no hemos obtenido el resultado esperado. Cuando pensamos en la crítica como una manera de motivar a un amigo, un niño o ser querido, rápidamente reconocemos que si las palabras son duras tendrán el efecto contrario de lo que perseguimos. La mayoría de las veces nunca diríamos a los demás que nosotros nos solemos decir a nosotros mismos. Imagina a un niño pequeño que se cae al aprender a andar en bicicleta. O un amigo que se desahoga por no cumplir con una expectativa de trabajo. Diríamos: “Eso es todo. Ríndete. Nunca lo conseguirás. Sólo de pensarlo me sonrojo de lo torpes que son estas palabras.
Probablemente, unas palabras de ánimo, de confianza y de amor: «Bueno, si no lo hubieses intentado no habría pasado. Esto a veces pasa. Sigue intentándolo «.
Nuestro reto es seguir este ejemplo de amabilidad, bondad y cariño con el que inspiramos a un amigo o a un niño, de modo que lo podamos dirigir y usar estas palabras de bondad hacia nuestra propia persona. Cuando comenzamos a traer esta actitud bondadosa a nuestra habla interior podremos comenzar a domesticar a esa malvada crítica interior.
La bondad puede sonar extraña.
La mayoría de las personas intentan mostrarse gentiles y amables al hablar con aquellos que nos importan. Estamos entrenados desde una edad temprana para servir a los demás. Somos padres de niños, hijas de padres ancianos, maestros, enfermeras, terapeutas, miembros de nuestras comunidades espirituales, vecinos. A menudo, nuestras identidades se basan en qué y cuánto damos a los demás. Damos nuestro tiempo, nuestra preocupación, nuestras palabras y acciones de bondad. Pero, ¿dónde quedamos nosotros? Muchas veces nos perdemos en nuestro servicio a los demás. La práctica de la autocompasión exige que demos un paso radical para reclamar una atención amable para nuestra propia persona.
Qué es la autocompasión.
La autocompasión es cuando extendemos la bondad y la compasión hacia nosotros mismos, especialmente en casos de insuficiencia percibida, fracaso o sufrimiento. La Dra. Kristin Neff, una investigadora pionera en la autocompasión, describe ser autocompasivo con tres características:
- Reconocer las emociones o circunstancias difíciles sin juzgar.
- Recordar que el sufrimiento es parte de la experiencia humana que todos compartimos.
- Respondiendo al sufrimiento con amabilidad.
Al ser autocompasivos, estamos tratando de cambiar la voz interior crítica.
Antes de que digas «Sí, pero …», permíteme explicarte lo que no es la autocompasión .
- No es egoísta.
Es egoísta cuando una persona carece de consideración por los demás y se preocupa principalmente por su propio beneficio o placer personal. - No es demasiado indulgente.
La indulgencia excesiva es cuando una persona cede a la gratificación a corto plazo sin restricción o preocupación por la consecuencia a largo plazo. - No es autoconmiseración.
La autoconmiseración es cuando una persona se percibe a sí misma como víctima de situaciones adversas.
Muchas personas temen que la autocompasión sea una forma de autoconmiseración. Pero, en realidad, la autocompasión es un antídoto para el victimismo. Mientras que la autoconmiseración dice «pobre de mí», la autocompasión reconoce que la vida es difícil para todos. Quienes practican la autocompasión, según muestran las investigaciones, tienen menos probabilidades atascarse en pensamientos reiterativos sobre lo malas que son las cosas.
Otro temor es que la autocompasión nos debilitará. De hecho, la autocompasión es una fuente de fortaleza interior que conduce al coraje y la resistencia frente a situaciones difíciles. Por último, algunos pueden preocuparse de que la autocompasión sea egoísta. De hecho, las investigaciones demuestran que practicar la autocompasión hacia nuestra persona nos ayuda a ser más compasivos y a preocuparnos más por los demás.
Y cómo podemos ser más autocompasivos
Para muchos de nosotros, un diálogo interno crítico puede estar profundamente arraigado hasta el punto de que tal vez ni siquiera podamos imaginar cómo practicar la autocompasión.
Vamos entonces a practicar con este breve ejercicio:
- Reflexiona sobre un momento en que te reprochaste algo
Primero, piensa en una situación reciente en la que pudiste haber hecho o dicho algo que deseabas. Observa la sensación que está surgiendo, tal vez sea arrepentimiento, culpa o vergüenza. Nota también cualquier palabra que pueda estar diciendo al respecto. Tal vez sea «No puedo creer que hiciera eso». O «Soy tan idiota», etc. - Pon tu mano sobre tu corazón
Ahora coloca tu mano sobre tu corazón y dite: «Este es un momento de sufrimiento». O «Esto duele». Observa lo que es surge sin juzgarlo. - Recuérdate a ti mismo de tu humanidad
Los siguiente es conectar con la humanidad compartida, así que di: «Otras personas se sienten de esta manera». O «No estoy solo». - Ofrécete amabilidad
Ahora termina con una declaración de bondad amorosa. Esta es la parte más desafiante para muchas personas. Piensa en lo que podrías decirle a un buen amigo que está pasando por un momento difícil. Usa esas mismas palabras, pero dítelas a ti. Aquí hay algunos ejemplos:
«Esto pasará; Está bien»
«Sé paciente contigo mism@».
«Esto es difícil, pero sigue intentándolo».
«Estoy aquí para ti.»
Si se siente incómodo, está bien. Eso es normal. Lo cierto es que no hemos crecido hablándonos a nosotros mismos de esta manera. Sigue intentandolo. Se volverá más fácil y más natural poco a poco. Sigue practicando.
¿Hará desaparecer las cosas difíciles?
No claro que no. Practicar la autocompasión no hará que las situaciones difíciles y las emociones difíciles desaparezcan. Pero practicar la autocompasión nos ayudará a confiar en que sobreviviremos a esas cosas difíciles. Cuando nos tratamos a nosotros mismos emocionalmente, como tratamos a un amigo o ser querido, generamos coraje y resistencia ante esas situaciones difíciles y emociones difíciles.
Y, ahora práctica. Sé amable contigo.