Alguna vez hemos hablado de que las dietas no son la mejor solución para arreglar nuestros problemas de sobrepeso. Entonces si no me pongo a dieta, ¿Qué hago?. Antes de que podamos responder a la pregunta «Si no hago dieta, entonces ¿Qué hago?» deberíamos intentar comprender ¿Por qué la gente hace dieta?
Nuestra sociedad está obsesionada con el tamaño y la forma que debería de tener nuestro cuerpo. Es algo muy común que una idea difundida por la publicidad que nos hace creer que si nuestro cuerpo es de una determinada forma o tiene un determinado peso mágicamente estarán resueltos la mayor parte de nuestros problemas, seremos más felices, nos encontraremos más realizados o incluso seremos más saludables.
Ya sea por miedo o por un deseo de alcanzar esa felicidad, recurrimos a la dieta. A entablar una guerra a los kilos mediante mediante el asedio (comenzamos a restringir nutrientes, alimentos y calorías) con la ilusoria idea de que bajaremos de peso y ya estará solucionado el problema. Al principio puede que esto funcione y perdamos peso, pero como explicaba en otro post, cuando nos sometemos a una restricción calórica importante, enviamos al cerebro límbico el mensaje de que estamos en época de hambruna, y en consecuencia se desata toda una cascada hormonal que nos hará volver a recuperar el peso perdido tras una dieta. La investigación científica nos ha mostrado que las dietas hipocalóricas no funcionan (el 95% de las personas que se ponen a dieta recuperan su peso a los dos años, aumentando al 98% a los cinco años). (1)
Cuando esto sucede entramos en un bucle que se retroalimenta continuamente:
Volvemos a engordar, y luego, a medida que el cuerpo compensa el período de privación, pensamos: ¿Pero qué pasa conmigo?» Nos culpamos por no tener fuerza de voluntad, por falta de compromiso, por ser débiles. Y, entonces lo intentamos de nuevo. Una y otra vez. Y entramos en un circulo pernicioso que continuamente se retroalimenta.
Cuando entramos en este bucle, en cada vuelta que damos intensificamos la dieta, y suponemos que el problema estaba en la dieta alterando cada vez más nuestros patrones de alimentación y creando en muchas ocasiones patrones disfuncionales de alimentación. Entramos en una guerra continua con nuestro cuerpo pensando que la próxima dieta será la que funcione. De modo que al final “hacer dieta” o “estar a dieta” se convierte en nuestro estilo de vida. Convertimos la prohibición y el NO en nuestro estilo de vida.
¿Cómo podemos salir de este ciclo?
Para poder salir de este círculo pernicioso, el primer paso que hay que dar es dejar atrás las dietas. Esto supone un “alto el fuego” en nuestra batalla contra el peso. Esto supone eliminar las restricciones y hacer las paces con la comida. El camino de esta tregua es un camino que quizá nos pueda dar miedo. Es fácil que pensemos que si dejamos de hacer dieta vamos a continuar engordando porque no vamos a poder “controlarnos”. Aunque resulte paradójico, dejar de controlar es el mejor camino para hacer las paces con la comida y nuestro peso, aquí es donde vamos a poder comprobar que aquella enseñanza que denominamos la paradoja de mindfulness.
La paradoja de mindfulness dice que “para ir de A a B, primero tienes que estar en A”. Si queremos realmente controlar nuestro peso, tenemos que estar con nuestro peso tal y como es ahora. Al dejar de hacer dieta y conectar con nuestro cuerpo podemos conectar con su propia sabiduría interior. Jan Chozen Bays (2) dice que si conectamos con nuestro cuerpo podemos descubrir su propia sabiduría si somos capaces de prestar atención y escucharlo. Desafortunadamente, uno de nuestros grandes problemas es que estamos tan desconectados de nuestro cuerpo que no sabemos escucharlo. Cuando comenzamos a conectar con nuestro cuerpo (con las señales de hambre y saciedad, por ejemplo) podemos escuchar lo que intuitivamente nos está diciendo, y esto puede llevarnos, a satisfacer de la forma idónea los distintos tipos de hambre. La máxima es escuchar a nuestro cuerpo y si tenemos hambre física, entonces comemos pero si tenemos otros tipos de hambre entonces tendremos que satisfacerlas en el modo adecuado.
Cómo liberarnos del bucle pernicioso de la dieta
Para poder liberarnos del bucle de la dieta, una de las primeras cosas que deberíamos plantearnos sería realmente a donde queremos llegar. ¿Realmente es la pérdida de peso el objetivo? ¿Llegar a un determinado número en la balanza es lo que te traerá más felicidad, te encontrarás como persona más realizada, te traerá mayor bienestar? ¿Qué es lo que nos produce mayor bienestar? Probablemente lo que deseamos es estar bien, vivir bien. Ahora bien, enfocarnos en la pérdida de peso es algo que realmente nos conduce al bienestar. La verdad es que si tu persona queda atrapada en el bucle de la dieta, el enfocarnos en la pérdida de peso nos lleva a a mucho sufrimiento y a un camino de penuria al relacionarnos con la comida.
Hay investigaciones recientes que indican que la salud mental positiva se correlaciona de forma bidireccional con el autocuidado (4, 5) es decir cuanto más salud mental positiva tenemos, más nos cuidamos y viceversa.
Si en realidad queremos estar mejor tendríamos que enfocarnos en aquello que nos produce bienestar, y parece que el autocuidado (desde el físico, al emocional y el psicológico) es una forma de fomentarlo.
Salir del bucle
Si ciertamente, nuestro objetivo es sentirnos bien tenemos que ir directamente hacia esta meta, sin recurrir a la dieta. Como ya hemos visto la dieta en realidad nos aleja de sentirnos bien y nos atasca en un ciclo reactivo de sufrimiento que daña nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestro espíritu.
Desde la perspectiva de mindfulness y el autocuidado salir del bucle de la dieta supone reenfocarnos en aquello que nos trae bienestar, pero para poder llegar a esta meta; el primer paso supone conectar con aquello que nos produce sufrimiento. El Buda al proclamar las cuatro nobles verdades, enunció en la primera noble verdad de un modo que muy frecuentemente pasamos por alto, y es que el sufrimiento existe.
Aunque la primera noble verdad parece una formulación simplista (el sufrimiento existe), en nuestra vida cotidiana tendemos a ignorar nuestro sufrimiento y de forma automática huir o directamente rechazar que estamos sufriendo, de forma que entramos en un camino de escape que nos lleva a más sufrimiento por la resistencia que estamos oponiendo al sufrimiento.
De nuevo nos encontramos aquí con la paradoja de mindfulness, si realmente quieres superar el sufrimiento, lo primero que tienes que hacer es acercarte al sufrimiento o lo desagradable. En el caso del ciclo pernicioso de la dieta, en el primer eslabón se encuentra el cuerpo y al huir y escapar del cuerpo, ciertamente nos cerramos al sufrimiento, pero también nos cerramos a toda la sabiduría y el gozo que reside en nuestra experiencia. Con mindfulness, al permitirnos conectar con el cuerpo podemos abrirnos a la curiosidad, el gozo y la sabiduría que reside en nuestro curpo. Así, si la dieta es la escenificación de la prohibición y del NO. Mindfulness es la puerta de la curiosidad, del permiso y del SI.
Una espiral progresiva virtuosa
Frente al ciclo pernicioso de la dieta podemos entrar en una espiral progresiva virtuosa. Curiosamente la puerta de entrada a esta espiral progresiva es el sufrimiento, y supone cambiar nuestro enfoque desde la pérdida de peso a nuestro bienestar y lo que nos genera bienestar.
Encarar nuestro sufrimiento requiere mindfulness pero sería una tarea ardua y casi imposible hacerlo si compasión. Acercarnos a nuestro cuerpo, tal y como es ahora con amabilidad, compasión, ternura, agradecimiento, alegría o incluso el perdón sería uno de los primeros pasos que podemos dar.
Cuando comenzamos a conectar con nuestro cuerpo con mindfulness podemos comenzar a observar que es lo que está sucediendo ahora. Podemos observar que con una falta total de consciencia al momento presente, no estamos observando las señales que nuestro cuerpo nos da para estar mejor. Sobre qué nos produce gozo. Evidentemente la comida es una gran fuente de gozo si estamos atentos a lo que sucede en nuestro cuerpo. A modo de ejemplo, las papilas gustativas y el olfato pueden proporcionarnos más de diez mil aromas combinados con los sabores básicos. Si no estamos atentos lo que hacemos habitualmente es engullir rápidamente la comida sin permitir que nuestras papilas gustativas saboreen el alimento, se quedan insatisfechas, nos piden más y volvemos a poner más comida en la boca para enseñarle de nuevo un manjar a nuestra papilas gustativas que se quedan con las ganas de saborear porque el bocado increíblemente ya desapareció de la boca y se encuentra en el estómago. Comenzar a conectar con nuestro cuerpo y las señales que nos envía, requiere paciencia y continuidad de propósito. La práctica es la madre de la transformación.
La comida puede ser una gran fuente de bienestar, pero necesitamos condimentarla con atención consciente. En general todo lo que tenga que ver con el autocuidado es una fuente de bienestar, desde la ducha que tomamos, a la crema corporal con la que nos masajeamos. Una buena forma de aumentar nuestro bienestar es dedicarnos momentos cotidianos para cuidarnos. Desde lavarnos y asearnos, a arreglarnos las uñas, los pies ponernos las cremas en la cara, arreglarnos el pelo, o dándonos un masaje… aquí nadie mejor que tu puede es una fuente de bienestar.
El autocuidado también tiene que ver con una actividad cotidiana como es la actividad física. No hagas ejercicio, encuentra una actividad que te de gozo y que te permita mantenerla de forma sustentable en el tiempo.
Otros aspectos de autocuidado es el desarrollar actividades sustentadoras de nuestra inspiración, y del gozo como son crear relaciones con conexiones sociales positivas, ser compasivos con nosotros mismos, y desarrollar un esfuerzo equilibrado que nos permita afrontar las situaciones estresantes de la vida. Todo esto nos hará encontramos psicológica y emocionalmente bien.
Finalmente me gustaría recordar un decálogo de salud mental positiva elaborado por la Dra Lluch que podemos tener en mente para poder redireccionar nuestra vida de la dieta, al bienestar:
- Valorar positivamente las cosas buenas que tenemos en nuestra vida.
- Poner cariño a las actividades de la vida cotidiana. La felicidad está entre nosotros escondida en el día a día. No hay que afrontar cada actividad cotidiana (coger el metro, comprar, trabajar,…) como un castigo o con indiferencia. Hay que buscar los aspectos positivos de esas actividades y ponerles un estado de ánimo favorable.
- No ser muy severos con nosotros mismos ni con los demás. La tolerancia, la comprensión y la flexibilidad son buenos tónicos para la salud mental.
- No dejar que las emociones negativas bloqueen nuestra vida: hay que enfadarse pero no desbordarse.
- Tomar conciencia de los buenos momentos que pasan en nuestra vida cuando están pasando. Si en nuestra vida hay buenos momentos para recordar estos tienen que haber sido buenos momentos cuando los hemos vivido. Por tanto hay que disfrutar de lo bueno del presente, además de recordar lo bueno del pasado y esperar cosas buenas del futuro.
- No tener miedo de llorar y sentir. Hay que interpretar la normalidad de muchos sentimientos: si hemos tenido un desengaño es normal sentir desencanto, si hemos perdido un ser querido es normal –es saludable mentalmente sentir tristeza,… Ahora bien, si los estados emocionales son muy intensos, persistentes o incapacitantes hay que pedir ayuda profesional.
- Buscar espacios y actividades para relajarnos mentalmente. Cada uno tiene sus propios gustos, recursos y estrategias (pasear, leer, practicar jardinería, no hacer nada, hablar con los amigos,…).
- Intentar ir resolviendo los problemas que nos vayan surgiendo. Si los problemas se acumulan, la salud mental tiembla!!! No todos los problemas tienen buenas soluciones pero hay que intentar siempre hacer algo para aliviarlos. Es la predisposición activa hacía la búsqueda de la solución.
- Cuidar nuestras relaciones interpersonales. Hablemos con nuestros seres queridos, visitemos a nuestros amigos, compartamos alguna tertulia con nuestros compañeros, vecinos, etc.
- NO HAY QUE OLVIDARSE DE PINTAR LA VIDA CON HUMOR PARA QUE ESTA TENGA MAS COLOR.
Dr. Silamani Guirao
1. Normandi, Carol Emery, and Laurelee Roark. It’s Not About Food: End Your Obsession with Food and Weight. New York: Berkley Publishing Group, 2008. 2. Jan Chozen Bays (2013). Comer atentos. Guía para redescubrir una relación sana con los alimentos. Barcelona: Kairós. 3. Miguel Ruiz, MD. (2014). Valoración de la Salud Mental Positiva y de los Requisitos de Autocuidado, en pacientes hospitalizados diagnosticados de Esquizofrenia, según la Teoría de Enfermería de Dorothea Orem. Universitat de Barcelona 4. Sanchez Ortega, MA. (2015). Efectividad de un programa de intervención psicosocial enfermera para potenciar la agencia de autocuidado y la salud mental positiva en personas con problemas crónicos de salud. Universitat de Barcelona.